Estos dos grandes
economistas, aunque con propuestas diferentes sobre la intervención del
gobierno para estimular la Economía (Keynes abogaba por la fiscalidad para que
el Estado ayude al ciudadano, mientras Friedman apostaba por la no intervención,
porque bastaba con controlar la cantidad de dinero en circulación…), estaban de acuerdo en algo que es evidente:
por mucho que se bajen los tipos de interés y que se hable de “inyectar
dinero”… la cruda realidad es que esta
liquidez no llega al pueblo y permanece en la burocracia bancaria, que
lo entrega para especular en los mercados de renta variable, que vuelven a
crear nuevas burbujas en los mercados bursátiles.
Eso no constituye ningún
motivo de éxito de las políticas
monetarias (línea Friedman) sino más bien da cuenta de su rotundo fracaso.
Las radicales intervenciones de los bancos centrales de mantener en tipos
históricamente bajos las tasas de interés no han estimulado la inversión
privada como desarrollaba el modelo IS-LM (del que hablamos el otro día).
Porque
de los bancos privados mejor no hablar. El que realmente necesita dinero es
obvio que nunca lo consigue…
Keynes
lo resumió en una parábola de su “Teoría
General sobre el empleo, el interés y el dinero” de 1936, proponiendo enterrar
botellas llenas de billetes en antiguas minas de carbón para que una
vez descubiertas (como el oro) crearan nueva riqueza y estimularan el gasto. Las
empresas privadas contratarían a mucho personal… extraer los billetes de nuevo…
no habría más desempleo… aumentaría el ingreso real de la comunidad y su
riqueza...
Milton
Friedman, en “The
Optimum Quantity of Money” de 1969, propuso otra idea para solucionar la
deflación: potenciar el consumo tirando billetes desde un helicóptero a
los ciudadanos (consumidores) y a los empresarios creadores de empleo (salarios).
Nunca defendieron que
se dé el dinero a los banqueros, ni más liquidez a los inversores y
especuladores bursátiles, ni preferir que las empresas bajen salarios, sino
exactamente todo lo contrario.
Hasta Paul Krugman (Keynesiano) lanzó la idea
de que una amenaza de invasión alienígena sería buena para superar la crisis,
ya que se movilizarían ingentes recursos y se crearía muchísimo empleo. Aunque
finalmente se descubriese que la amenaza era falsa, Krugman defendía que el
esfuerzo habría merecido la pena ya que el PIB habría aumentado.
Pero Monetaristas y
Keynesianos coinciden en que es mejor pensar en minas y helicópteros (hasta en
platillos volantes) que en los bancos para solucionar el problema… ¡Es obvio!
Mark
de Zabaleta
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