sábado, 30 de agosto de 2014

Mark de Zabaleta: Keynes&Friedman




Estos dos grandes economistas, aunque con propuestas diferentes sobre la intervención del gobierno para estimular la Economía (Keynes abogaba por la fiscalidad para que el Estado ayude al ciudadano, mientras Friedman apostaba por la no intervención, porque bastaba con controlar la cantidad de dinero en circulación…), estaban de acuerdo en algo que es evidente: por mucho que se bajen los tipos de interés y que se hable de “inyectar dinero”… la cruda realidad es que esta liquidez no llega al pueblo y permanece en la burocracia bancaria, que lo entrega para especular en los mercados de renta variable, que vuelven a crear nuevas burbujas en los mercados bursátiles.
Eso no constituye ningún motivo de éxito de las políticas monetarias (línea Friedman) sino más bien da cuenta de su rotundo fracaso. Las radicales intervenciones de los bancos centrales de mantener en tipos históricamente bajos las tasas de interés no han estimulado la inversión privada como desarrollaba el modelo IS-LM (del que hablamos el otro día).  
Porque de los bancos privados mejor no hablar. El que realmente necesita dinero es obvio que nunca lo consigue…
Keynes lo resumió en una parábola de su “Teoría General sobre el empleo, el interés y el dinero” de 1936, proponiendo enterrar botellas llenas de billetes en antiguas minas de carbón para que una vez descubiertas (como el oro) crearan nueva riqueza y estimularan el gasto. Las empresas privadas contratarían a mucho personal… extraer los billetes de nuevo… no habría más desempleo… aumentaría el ingreso real de la comunidad y su riqueza...
Milton Friedman, en “The Optimum Quantity of Money” de 1969, propuso otra idea para solucionar la deflación: potenciar el consumo tirando billetes desde un helicóptero a los ciudadanos (consumidores) y a los empresarios creadores de empleo (salarios).
Nunca defendieron que se dé el dinero a los banqueros, ni más liquidez a los inversores y especuladores bursátiles, ni preferir que las empresas bajen salarios, sino exactamente todo lo contrario.
Hasta Paul Krugman (Keynesiano) lanzó la idea de que una amenaza de invasión alienígena sería buena para superar la crisis, ya que se movilizarían ingentes recursos y se crearía muchísimo empleo. Aunque finalmente se descubriese que la amenaza era falsa, Krugman defendía que el esfuerzo habría merecido la pena ya que el PIB habría aumentado.
Pero Monetaristas y Keynesianos coinciden en que es mejor pensar en minas y helicópteros (hasta en platillos volantes) que en los bancos para solucionar el problema… ¡Es obvio!

Mark de Zabaleta



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