En su libro Memorias políticas y de guerra, Manuel Azaña describió como era Cataluña en la primavera de 1937:
“Ahí no queda nada: Gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerzas armadas, nada existe. Es asombroso que Barcelona se despierte cada mañana para ir cada cual a sus ocupaciones. La inercia. Nadie está obligado a nada; nadie quiere ni puede exigirle a otro su obligación. Histeria revolucionaria que pasa de la palabra a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos”.
“Ahí no queda nada: Gobierno, partidos, autoridades, servicios públicos, fuerzas armadas, nada existe. Es asombroso que Barcelona se despierte cada mañana para ir cada cual a sus ocupaciones. La inercia. Nadie está obligado a nada; nadie quiere ni puede exigirle a otro su obligación. Histeria revolucionaria que pasa de la palabra a los hechos para asesinar y robar; ineptitud de los gobernantes, inmoralidad, cobardía, ladridos y pistoletazos”.
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