Junto con el arzobispo Desmond Tutu,
que presidía la Comisión de la Verdad y la Reconciliación, Nelson
Mandela presentó en junio de 1998 el informe con las conclusiones de la
Comisión. La talla del dirigente africano quedó patente una vez más
cuando, frente al parecer del Congreso Nacional Africano, avaló las
conclusiones del informe, que señalaban no solamente los abusos y
crímenes del régimen segregacionista, sino también los cometidos por los
diversos grupos de los movimientos de liberación, incluido el Congreso
Nacional Africano. Tres meses antes de finalizar su mandato, Mandela
anunció que no pensaba presentarse a la reelección. Le sucedió en la
presidencia Thabo Mbeki, vencedor en las elecciones de junio de 1999.
Apartado de la vida política desde ese año,
recibió múltiples reconocimientos, si bien sus problemas de salud
hicieron cada vez más esporádicas sus apariciones públicas. Pese a su
retirada, el fervor que Mandela despertaba en sus compatriotas siguió
vivo: en 2010 estuvo presente en las ceremonias del Mundial de Fútbol de
Sudáfrica, y recibió el caluroso apoyo de la multitud; en julio de
2013, estando el líder gravemente enfermo, la población sudafricana se
lanzó a las calles para celebrar su 95º aniversario. Elevado a la
categoría de uno de los personajes más carismáticos e influyentes del
siglo XX, su figura ha entrado en la historia como encarnación de la
lucha por la libertad y la justicia y como símbolo de toda una nación.
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