De la cárcel a la presidencia
Prisionero durante 27 años (1963-1990) en
penosas condiciones, el gobierno de Sudáfrica rechazó todas las
peticiones de que fuera puesto en libertad. Nelson Mandela se convirtió
en un símbolo de la lucha contra el apartheid dentro y fuera del país, en una figura legendaria que representaba la falta de libertad de todos los negros sudafricanos.
En 1984 el gobierno intentó acabar con tan incómodo mito, ofreciéndole la libertad si aceptaba establecerse en uno de los bantustanes
a los que el régimen había concedido una ficción de independencia;
Mandela rechazó el ofrecimiento. Durante aquellos años, su esposa Winnie
simbolizó la continuidad de la lucha, alcanzando importantes posiciones
en el Congreso Nacional Africano. El ferviente activismo de Winnie no
estuvo exento de escándalos; años después, ya en los 90, se vería
envuelta en un polémico juicio en el que fue acusada de asesinato, si
bien salió absuelta.
Finalmente, Frederik De Klerk,
presidente de la República por el Partido Nacional, hubo de ceder ante
la evidencia y abrir el camino para desmontar la segregación racial,
liberando a Mandela en 1990 y convirtiéndole en su principal
interlocutor para negociar el proceso de democratización. Mandela y De
Klerk compartieron el Premio Nobel de la Paz en 1993.
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